Mensaje del Príncipe Felipe sobre la protesta de los presos políticos
mapuche
En el año del bicentenario de las repúblicas de Chile y Argentina, después
de casi 150 años del inicio de la ocupación del territorio de la nación Mapuche
por dichas republicas, y sometidos desde entonces a un permanente estado de
sitio, nuestro pueblo sigue de pie, y seguirá defendiéndose de la agresión
colonialista interna hasta recuperar su territorio y sus derechos soberanos.
La huelga de hambre colectiva, iniciada el pasado
12 de julio por 32 presos políticos mapuches, es una respuesta extrema a un
cúmulo de injusticias; donde la decencia, la igualdad y la equidad del estado
de derecho chileno parecen estar ausente. La aplicación contra el pueblo
mapuche de una segunda Pacificación, anunciada por el actual presidente
chileno durante su campaña presidencial, parece iniciarse con el empleo
sistemático de la Ley Antiterrorista y la militarización del territorio
Mapuche. Estas políticas de hostigamiento son armas de una guerra no declarada,
cuyo único objetivo es apagar las voces mapuches que claman por justicia y
libertad, las cuales, a pesar de la anexión ilegal de su territorio por el
estado chileno, nunca han sido silenciadas.
Deseo expresar mi más sentida solidaridad con los
presos políticos en huelga de hambre. También me gustaría hacer una mención
especial a sus familiares, al ser ellos los que soportan el sufrimiento añadido
de ver como la vida de sus seres queridos se consume lentamente. Asimismo, es
digno de significar la pacífica y unitaria reacción del pueblo mapuche, dando
muestras de moderación y de una gran madurez como pueblo en estos difíciles
momentos por los que atraviesa la Nación Mapuche.
Como es de público conocimiento, la protesta
mapuche contra los abusos de poder de la policía durante los violentos
allanamientos de sus comunidades puede significar una detención preventiva, la
cual puede durar todo el periodo de investigación. Durante este tiempo el
Ministerio Público prepara su estrategia martirizante contra los dirigentes
Mapuches, que con justificadas razones denominan esta estrategia como montajes
judiciales. A esto hay que añadir la anticipada campaña de intoxicación de los
medios de comunicación, respondiendo a los intereses de poderosos consorcios
económicos que operan en el territorio Mapuche.
En la actual democracia chilena, la utilización del
derecho a la protesta pacífica o a la acción directa, por parte de los
mapuches, significa, para el Ministerio Público, ser acusado de “atentar contra la vida”, de
“emboscada terrorista”, de “homicidios frustrados”, de “intento de asesinato”,
etc. Al exagerar la acusación contra los mapuches, los fiscales, en
representación de dicha entidad estatal, invocan la Ley Antiterrorista heredada
de la dictadura del General Pinochet. De esta forma, las investigaciones se
pueden prolongar hasta dos años, periodo en que los acusados permanecen
encarcelados en calidad preventiva. Muchos de ellos, como en los tiempos de la
dictadura, son relegados en diversas partes del país.
Para negarle a los mapuches el derecho al debido
proceso, sus “casos” son tramitados simultáneamente por tribunales militares y
civiles. Bajo estas condiciones, los mapuches están expuestos al más vil e
injusto sistema de justicia que existe en un país civilizado y democrático del
mundo occidental. Hay que hacer notar que las análogas acusaciones, vertidas
sobre un ciudadano chileno común, no son procesadas ni tratadas con la misma
severidad. Todo esto ocurre, precisamente en un momento en el cual el actual
gobierno chileno hace público que en Chile no existe discriminación, sino que,
por el contrario, existe igualdad ante la ley y un buen funcionamiento del
estado de derecho.
Este periodo histórico, de represión concertada
contra nuestro pueblo, es el momento en que la tenacidad, el coraje y la
resistencia son valores que adquieren su verdadera dimensión. Los presos
mapuches en huelga de hambre son un reflejo de los valores anteriormente
citados. Estos jóvenes, pertrechados de sus convicciones e ideales, y armados
con la justicia de sus reivindicaciones, hacen frente, con una admirable
dignidad y a costa del sacrificio de sus vidas, a la enorme injusticia del
sistema judicial chileno.
En el año de conmemoración del 150 aniversario de
la fundación del Reino de Araucania y Patagonia, queremos expresar nuestro
orgullo por ser parte de este pueblo, que en diversos periodos de su historia
ha sabido sobreponerse a la adversidad. Queremos, pues, renovar nuestra
profunda fe en el futuro de nuestra nación; el coraje demostrado por nuestros
ancestros, en defensa de su territorio y por los ideales que hoy enarbolan los
presos políticos mapuches, es el mejor testimonio de la vigencia de esa lucha
antigua, y sin tregua, de nuestro pueblo.
Queremos renovar nuestro compromiso irrenunciable a
los principios internacionalmente aceptados por la comunidad de naciones, tales
como el derecho de nuestro pueblo a la autonomía, al auto-gobierno y a la libre
determinación. Estamos convencidos de que con la unidad de acción, que
históricamente ha caracterizado a nuestro pueblo, sabremos salir adelante;
porque nuestra lucha es razonable, y tarde o temprano, la justicia terminará
por imponerse a la tiranía de un sistema destructivo que se sostiene por el
empleo de la fuerza bruta, y donde la vida humana y la naturaleza son relegadas
a costa del capital.
¡Marrichiweu!
Felipe
Príncipe de Araucanía y Patagonia
Paris, 1º de septiembre de 2010